Si no hay amor, hay solamente miedo.
- Rosario Alaniz
- 1 mar 2021
- 12 Min. de lectura
—Estoy contenta, hoy cumplimos otro mes con mi novio, se siente como el primero pero estamos hace años.
Suspiré mirando mi reflejo, eso le escribí a mis amigas por el chat para que se calmaran, la verdad era muy distinta, hace cinco días desde que él me quitó el celular por celos y para revisar que yo no esté hablando con alguien más, según él me veía a escondidas con mis compañeros, lo que es gracioso porque en el trabajo todas somos mujeres, y en clases hay pocos hombres, pero dijo compañeros, no sé de dónde habrá sacado tal conclusión.
Pero es entendible, estuvo muy estresado estos días porque en su trabajo aumentan la exigencia, y debo estar para él, lo último que esperamos es que le bajen el sueldo o lo despidan, nuestra vida estará arruinada. En el mejor de los casos nos uniremos más, igual dudo mucho.
Le mentí a mi madre diciendo que llevé el celular al técnico, ella ya está sospechando de nuevo, y digo de nuevo aunque lo correcto sería decir que sospecha todo el tiempo, no quiere involucrarse porque sabe que a su nueva pareja le desagrada mi novio, estuve enojada con que haya dejado a mi papá, y más porque este desconocido hombre en su vida dice que mi novio tiene problemas ¿él quién es para meterse? No me sorprendo, desde hace tiempo que hablan de mi relación.
Dos años atrás, cuando mi grupo de amigas y amigos rozaba los cincuenta o más, mi novio no quiso que saliera, en esos momentos habían desaparecido muchas chicas y lo hacía por cuidarme, yo de estúpida quise escuchar a los demás y me preparé igual, a lo que él llegó a mi casa y rompió mi ropa de salir a bailar, fue algo impulsivo, lo reconozco, pero a veces hay que actuar de esa manera y sobre todo para proteger a las personas que amas. Y eso hizo.
Lo recuerdo como si fuese ayer.
—¡No quiero que salgás! ¡No lo vas a hacer, te puede pasar algo y tus amigas son unas putas! ¡Estás loca si pensás que te voy a dejar salir sola! —gritó enfurecido, sus manos se encontraban en forma de puño y me miraba fijo.
—Perdón, no voy a salir.
—¡¿Cómo mierda querés que te crea?!
—Te lo prometo. —Me acerqué demasiado, levanté mi mano para acariciar su mejilla, él solía decir que aquello le tranquilizaba. Lo que siguió fue besarnos y decirnos cuánto nos amábamos, es un lindo recuerdo, no entiendo por qué a los demás les molestó tanto. Muchas amigas se alejaron, él me dijo que realmente no eran mis amigas porque no me apoyaban y no soportaban que yo tuviera novio.
Subí al pequeño departamento que alquilábamos, sus padres nos echaron al estar cansados de tantas peleas, pero ellos tienen que entender que en todas parejas sucede lo mismo, ¿acaso no gritaron cuando estaban discutiendo?
Hace nueve meses, se le fue la mano por primera vez, todavía siento algo de vergüenza cuando me preguntan si esto era cierto porque una de mis mejores amigas lo denunció a un grupo de la universidad. De hecho fue allí: estábamos discutiendo sobre las materias que yo haría y él no quería que estuviera todo el día fuera de casa porque no tendría la comida a las doce o se le dificultaba acomodar su ropa. Su palma fue directa a mi mejilla… derecha y con otra mano agarró mi brazo con demasiada fuerza que dejó sus dedos marcados, ella filmó aquello y fue noticias incluso en la televisión. Mi madre llamó alarmada porque reconoció mi voz, le dije que no era yo, y que él nunca me haría algo así.
A veces reconozco que lo lastimo, que le desobedezco y él quiere lo mejor para mí, sólo que al principio no lo entiendo. Sufrió mucho: peleas de sus padres, su madre apenas se encontraba en casa para cuidarlo, vivía con sus tíos que solían juntarse a beber. Entiendo su carácter fuerte, debió desarrollarlo para que pueda protegerse a él y a los demás, eso adoro: su protección sobre mí. Dice que se muere si no estamos juntos, y yo siento el doble. Ojalá supiera cuándo lo amo, lo seguiría por siempre, él me da vida, me hace la mujer más completa del mundo, espero mantenerlo satisfecho, compensarle de alguna forma todo lo que hace por mí.
Una de las peleas más fuertes que tuvimos fue a causa de una de sus amigas, Dios, esa chica es una zorra entregada, le mandaba mensajes preguntando si estaba solo ¡y ella teniendo hijos! Cuando les conté a mis amigas lo que yo sospechaba, me dijeron que revisara su celular para saber qué pasaba entre ellos. También es un recuerdo patente.
—¡No me creés!
—Sí, sólo que me gustaría ver las conversaciones, amor —respondí, algo de miedo siento en todo mi interior ¿y si llego a arruinarlo tanto que él se aleje de mí?
—¡No, te dije que esa puta me pide que vaya a verla y no importa que estén sus hijos presentes! ¡Es una loca de mierda! —Golpeó la mesa un par de veces, dice que eso le calma, le ayuda a no querer lastimarme. Empieza a pensar en mí.
Lo dejamos allí, al mes logré obtener el número de la chica, la llamé empezándola a insultar y decirle que si su familia estaba rota no quisiera hacer lo mismo con la mía, y muchas cosas más.
Ella se limitó a contestar: —oh, sabía que llamarías. Mirá, no quiero meterme ni nada, pero ya supimos en el trabajo que estuvo con otra de mis compañeras, el jefe la despidió a ella y ahora está molestándome a mí, me pide que le mande fotos y se animó a acosar a mi pareja, te pido por favor que no me moleste más, y si podés hablar con él mejor, así ninguna tiene problemas. Nos vemos.
Aquello me dejó helada, ¿cómo era posible que sea tan cínica de inventar toda una historia y decírmela? Cuando yo sé toda la verdad.
Le comenté a él, ¿por qué lo hice? Me empujó hacia la pared y golpeó mis muslos, dijo que no servía para nada y rompió mis carpetas nuevas para la universidad, le pedía perdón, en un momento quiso irse, tomé sus piernas y me aferré a él con fuerza, mi corazón no podía más, sentía que iba muriendo cada vez que repetía que iba a dejarme. Gracias a Dios me perdonó, llorando le expliqué no volvería a meterme en su trabajo, y que confiaba en él más que en nadie pero que no me dejara.
Preparé la comida, hoy le cocinaría fideos con salsa, su comida favorita porque dice que le recuerda a su madre y las tardes en el campo, es un tierno, lo amo mucho. Acomodé la mesa con una vela, un pequeño pastelito para celebrar que cumplimos otro mes, era de un color azul, uno igual que le regalé hace meses cuando creía que estaba embarazada por tener un retraso, él me miró molesto, lo estampó al piso: —¡quiero que te callés, porque si llegás a estar embarazada sos una estúpida! ¡Vas a arruinarlo todo como siempre, te vivo diciendo que te cuidés y venís con esto!
—No estoy segura —confesé, me hacía mucha ilusión tener un pequeño de ambos y que lo criemos con todo el amor del mundo— era una broma, no estoy embarazada —añadí al final, me aventó a la cama y me quitó de manera brusca la ropa interior mientras rompía mi vestido favorito que él mismo regaló en mi cumpleaños, lo hicimos, él lo hizo, no quería pero un no hacia él jamás saldría de mi boca, y al día siguiente mi prima me acompañó a urgencias porque me había lastimado. No se lo he dicho a nadie, es un secreto mío, de mi prima y la doctora: perdí a mi primer bebé aquella vez. El segundo, lo íbamos a llamar Romeo, ambos contentos y resultó un aborto espontáneo, esa tarde él me dijo que ni siquiera servía para tener un hijo. El tercero no se lo he dicho a nadie todavía, creo que estoy de unas cuatro semanas, planeo contarle a la noche.
Pasadas las una del mediodía apagué las velas, resoplé mirando mis manos, en el brazo derecho tenía un pequeño moretón pero de seguro fue de una noche en que ambos volvimos ebrios y decidimos hacerlo por la cocina, rompimos varias cosas, la verdad que no tengo recuerdos, salvo que mi amiga vino a despertarme y me dijo que odiaba verme así, porque me estaba lastimando y estaban preocupados por mí. De allí, comenzaron a dejarme sola, no les gustaba verme feliz, no sé qué les pasa por la cabeza.
Le iba a marcar para preguntarle dónde estaba, pero decidí acomodar su ropa, entre ellos encontré una camisa mía que no recuerdo haber sacado, estuve dos días de viaje fui ver a mi padrastro porque quedó internado y él se quedó solo, en eso me dijo que me había extrañado mucho, al mismo tiempo me regaló un rosa pidiéndome perdón por ser a veces un poco impulsivo, porque se dio cuenta que sin mí no sabría qué hacer. Le respondí lo mismo, que era mi vida y haría todo por él.
De todas las personas a mi alrededor, mi prima es la única que está conmigo siempre que tenemos estas pequeñas discusiones, dice que siente pena por mí, y yo la siento por ella, abandonó al padre de sus dos nenas y encima se atrevió a denunciarlo a la policía, todo porque los rumores decían que él la engaño.
—Sos una tonta ¿cómo le vas a hacer esto a él?
—Me hizo cosas peores —contestó sonriendo triste.
—¿Estás feliz? ¿Dejando a tus hijas sin un padre, abandonarlo y encima acusarlo hasta de que te pegaba?
—Sí, estoy muy feliz de que se haya ido de mi vida.
Negué: —¿cómo podés ser tan egoísta?
—Ya lo vas a entender. Nos pasa a todas. Mirá. —Tomó mis manos, sonriente—. Él no es un ángel, no te vas a morir porque se aleje, no te completa y mucho menos te hace feliz.
Pestañé sorprendida, le respondí que estaba equivocada porque mi novio era diferente, él sí me amaba y nos sentíamos bien juntos, que éramos maduros y pensábamos en formar una familia.
—Yo nunca dije que estaba hablando de tu pareja —agregó al final, dejándome más helada todavía.
A partir de eso mi prima estuvo más atenta, y de vez en cuando me hablaba sobre lo bien que se encontraba sola y quería verme feliz a mí. Es cierto que no sonrío como antes, la situación actual no está para andar riéndote y tranquila, hay que mantener una casa y demás, sería más fácil para ella si no hubiera montado ese circo.
Un día casi monto el mío. Qué tarada fui. Me había cansado y me dejé llenar la cabeza de comentarios por mujeres resentidas con hombres, era obvio que iba a hacer algo estúpido. Estaba harta de que me gritara, me hiciera daño, me golpeara y me utilizara para sus beneficios. Le grité todo aquello y demás, diciéndole que nunca me amó y era un enfermo, estuvimos discutiendo, cuando él quiso levantarme la mano le arrojé un jarrón que impactó en su cabeza, hizo el amague de agarrar mi cuello pero logré empujarlo y golpearle en la mejilla.
Acomodé mi ropa en un pequeño bolso negro, iba a irme de allí, iba a dejarlo solo… sin cuidado y ¡a la mierda, él puede cuidarse!
—No te vayás, por favor —murmuró llorando y tomó mi mano— yo te amo mucho, perdoname, perdoname por todo lo que te hice. Te juro que te amo y quiero lo mejor, voy a dejar de hacerte daño, quiero vernos juntos. —Acarició mi vientre—. Por nuestro Romeo, por nosotros, no me dejés, me voy a morir. —Lo besé y abracé fuerte pidiéndole disculpas, tras eso fui a comprar para curarlo en la farmacia, la mujer que atendía me preguntó qué me había pasado en el ojo, le contesté que nada, esto no es de su incumbencia.
Escucho la puerta. «Es él». Camino apresurada alaciando mi cabello, y le sonrío. Por la mueca en su rostro me doy cuenta en segundos que no había sido un buen día.
—¿Y la comida? —pregunta molesto.
—Está en el horno —contesté queriendo darle un beso.
—¿Por qué no la tenés puesta ya? —Tira el bolso en el piso y toma asiento, el control remoto cae sobre el sillón debido a que nos cancelaron el canal por no pagar el mes pasado, él odiaba comer sin televisión, parece que odia escucharme pero… quiero creer en la otra posibilidad.
Con rapidez, le sirvo su comida y le besé la mejilla. —Feliz aniversario.
—Ah, feliz aniversario, linda. —Besa mis labios de manera dura y golpea mi trasero, ya estoy acostumbrada a eso aunque no me gusta.
Comemos en silencio, por lo general cuando quiere conversar él empieza hablando y cuando no, permanece callado como ahora.
—Le falta sal —articula negando— está feo.
—Oh, lo siento. ¿Voy a traerla? —Me mira molesto—. Te sirvo del mío que está mejor. —Niega de nuevo—. Mejor te sirvo el postre.
—Ajá. —Corre el plato hacia un costado y bebe la gaseosa, suspira irritado—. Amenazan con bajarnos el sueldo porque somos muchos.
—Oh.
—Y otra compañera empieza a hablar de economía. Nos empezamos a reír, gorda, ¿qué sabe ella? —Río a la par de él—. Si es mujer, ¿qué sabrán de economía? —Tiene razón, yo no sé nada.
Por entretenerme y mirarlo hablar porque es muy lindo, tiro sin querer un plato al lado del postre.
—¡¿Qué mierda hiciste ahora?!
—Na-… —Me percato de su presencia, se encuentra al lado mío y sostiene mi brazo con fuerza, cubro mi rostro, ya que a veces me golpea allí y debo ir así al trabajo.
—¡Sos una inútil! ¡Ni siquiera para servir una comida de mierda, ya tiraste todo, sos una mierda, una inútil de mierda! —gritó, mis ojos se tornan llorosos.
—Perdón.
—¡No te dije que me hablés! —Me empuja golpeándome contra la pileta y resopla—. Mirá lo que vas a hacer, todo es tu culpa. Estoy harto, me voy a ir.
—¡Te vas a ir! —grito enfurecida— ¡seguro te vas con unas putas, que ellas te atiendan como yo! —Lo persigo hacia la puerta, al ver que voltea más molesto todavía, camino con pasos lentos de nuevo cerca de la pileta y la cocina.
—¿De qué putas hablás? ¿De qué putás decís, eh? —Toma mi mejilla apretándola con fuerza—. La única puta acá sos vos, una inútil, no servís para nada.
Toco mi vientre por si quiere golpearme allí, ambos bajamos la mirada a mi mano y empieza a reír de manera hiriente.
—Me dijeron que te ibas a embarazar para retenerme —dice sonriendo— sos una loca ¡una mierda!
—Nada que ver, basta.
—¡Callate!
—Perdón —murmuro sin llorar, odia que llore, repite seguido que es para maricones, intento acariciar su mejilla, gesto que suele calmarlo.
—¡No me toqués! —Vuelve a empujarme.
—Perdón pero….
—¡No te soporto más! —Toma mi cuello y estampa su puño dos veces en mi mejilla. El tercero va directo a mi nariz y siento la sangre caer, el otro directo a mi labio. Ni siquiera puedo gritar puesto que más me muevo, más siento como aumenta la fuerza para ahorcarme.
Me suelta. El quito golpe fue cerca de mi oído causándome desestabilidad. Con ambas manos sostuvo mi cabeza y la choca contra la pileta, cerré mis ojos debido al ardiente dolor en toda esa zona, empiezo a llorar y todavía continuo sin hablar, si abro la boca es capaz de… aparecen pensamientos: no te quiere, no te ama, no te soporta, te odia, salí de ahí, te va a matar. Niego temerosa: él me ama.
El próximo, deseé que fuese el último, me tiró al piso produciendo dolor en mi cabeza al impacto. Patea mi vientre unas tres veces, sus zapatos impactan en mi estómago y parte de costillas y pecho, el dolor es tan punzante, la sangre que sale de mi cabeza se desliza por mi ojo. Apenas puedo ver.
—Por favor, basta —suplico— por favor, yo te amo, prometo ser….
—¡Que te callés! ¡Te voy a matar si no te callás! —Una última patada se dirige a mi boca, sentí un malestar agudo en mi mandíbula y ya no puedo moverme. Me escupe y se limpia la boca, luego sólo veo cómo se aleja de mí.
Dios, ya no puedo con esto. Me estoy yendo.
Me despierta un pequeño movimiento, percibo gritos a lo lejos, un sonido molesto que me impedía escuchar de una manera correcta. Mi cuerpo es sentado por unas manos, mis ojos son abiertos de manera delicada, noto una linterna y me percato que se trata de una mujer policía y a los costados demás personas. No sé cuánto tiempo estuve tirada, parece como si hubiese estado dormida por años.
Pregunta cosas que no puedo responder. —¿Estás bien? —Simplemente negué, toco mi cabeza y el ardor aparece de nuevo. Tengo las rodillas manchadas de sangre y la entrepierna como si me hubiese hecho encima, me sentí vacía a lo que sollozo en silencio, ni siquiera puedo sentir las lágrimas de lo entumecido que mi rostro se encuentra.
Aparece mi prima corriendo hacia mí.
—Mierda ¿qué te hizo ahora? —Su voz se torna temblorosa.
Atino a abrazarla: —me quiso matar —digo apenas audible. Entre ellas se miran, una de las policías toma nota. Me ayudan a pararme y me sostienen entre dos.
—No, no tiene hijos, vive con su pareja, ahora no tengo ni idea de dónde él está —hablaba mi prima mientras la mujer continúa anotando— está sola, su mamá no sabe nada. Soy su prima….
Le sonrío apenas, miro a mi alrededor, nuestra pequeña casa está desordenada. No, este departamento está hecho un desastre.
—¿Lo querés denunciar? —pregunta la policía.
Trago saliva y contesto: —no sé si pueda sola. —No podés. Sí podés. No. Sí. Mi cabeza va a estallar. Me duele todo el cuerpo.
—Si querés denunciarlo —añade mi prima sosteniendo mi mano— podés hacerlo. Por favor, no estás sola, estoy con vos, toda tu familia, tu mamá te va a apoyar siempre.
—Pero siempre lo elegí a…. —Allí tomé consciencia de lo que pasaba: no creía que podía vivir sin él, pero me di cuenta que me duele estar viva. Eso debía cambiar.
—Es tu mamá, ella lo entiende. —Me sonrió—. Hacelo por vos, estamos juntas, hay muchas personas que te vamos a ayudar. Simplemente es decidirte y te ayudo, ya sé qué debemos hacer y qué no. Te voy a apoyar.
—¿Y si vuelve? —Le tengo espanto, siento terror de que se me acerque. No sé cómo pero con seguridad puedo decir que él estaba dispuesto a matarme.
—Tranquila, no va a volver —interviene la policía expectante— vos podés elegir.
Mi prima suspira: —es tu decisión, hacelo por vos misma.
—Sí, voy a denunciarlo —hablo con algo de temor, pero no con el que viví tiempo atrás con él. Mi chico… No. Nunca fui feliz con él, me dolía estar con él, amaba la mentira de mi mente, amaba una ilusión.
Ella tiene razón, será triste estar sin él pero yo sé que lo puedo lograr.
Mujer elige de nuevo.

Comments